lunes, 29 de febrero de 2016

¡MI PROFESIÓN ES UN ARTE!
PARA MÍ, ES LA MÁS BELLA DEL MUNDO

Ser Esteticista es una profesión, un oficio serio en el que obligatoriamente se debe estudiar mucho y constantemente; se aprende a conciencia, se domina con la experiencia, se basa en técnicas específicas y se expande con arte. La Estética es una hermosa ciencia y un hermoso oficio pues su finalidad es contribuir a la belleza externa y a la paz interior. También es dificil, dado que exige sutileza, eficiencia, conocimiento y amor.

Una buena Cosmiatra debe tener profesionalidad, saber lo que hace y  por qué lo hace. Debe ser amable, saber escuchar, debe tener buen gusto, tener respeto, paciencia y FE. Esa fe firme y serena que transmite tranquilidad, porque está puesta primeramente en Dios, quien hace la obra y nos llena de Su gracia y de Su favor. Así puede tener tranquilidad, paz, amor y confianza para hacer sentir bien al paciente y estar en paz con el Todopoderoso.

La profesional de este maravilloso oficio debe respetarse, respetar al cliente y respetar su carrera, por lo que es importante que  realice su trabajo con amor, con seguimiento y gran cuidado para alcanzar el mejor fruto en los resultados esperados. El arte y la  seguridad profesional, se transmiten al paciente; y éste, agradece la dedicación que recibe de la especialista. Es una actividad hermosa y muy exclusiva, pues el trato con el cliente es personalizado. De manera que, los valores y las destrezas personales juegan un rol fundamental.

Como en toda carrera existe el riesgo del desgaste, de la competencia y del arrastre de la sociedad de consumo. ¿Cómo no caer en ello? Siendo firmes en nuestras convicciones, teniendo objetivos claros, intenciones definidas y seguridad respecto al servicio que se presta a los demás. Así como flexibilidad para cambiar en el momento propicio e innovar continuamente. Aprender a crecer y a enriquecerse mutuamente, ampliar nuestros conocimientos y actualizarnos. Y por sobre todas las cosas, reconocer que es Dios quien hace esa maravillosa obra por medio de nuestras manos, somos un instrumento Suyo; pero para eso tenemos que dejar que el Señor trabaje en nuestros corazones y vidas.

Debes amar ser Esteticista, amar tu trabajo y hacerlo con pasión. Que realizarlo sea parte de tí misma, que disfrutes los resultados, admirándolos como la obra de arte que son. Con el tiempo veras que esta pasión es llamada vocación.